El recuerdo, difícil digestión cuando merodea la melancolía.
La cuarta luna de Plutón.
Cae el agua desde su altura, embravecida, y convierte en espuma cuanto destierra. ¡Y destierra tanto!
El cauce se ahueca con el paso de los siglos, mientras el lagrimal se humedece y pervive el llanto. ¿Cuándo se aprende a llorar? Temprano, dijo.
Es el primer lamento de todo lo vivo. La primera bocanada de vida se torna grito. Y como respuesta, piel con piel. Beso de luz prolongado.
El calor de los cuerpos, bálsamo en el desconsuelo.
¡Qué solos se quedan los muertos!, decía el poeta en su llanto de lágrimas hacia adentro. Y la música inacabada del río, llevando ayes cuesta abajo. Y las ramas secas de vida, testimoniando el tiempo desde las orillas, ahora verdes. Barajé las dudas y eché las cartas. Trampeando mi propia cordura.
Y reí hasta desencajar las mandíbulas y ahuyentar la proximidad de los buitres, que sobrevolaban la carroña de mis tribulaciones.
La cabeza como un reloj de cuco.
Me hablan los juncos, para decirme que todo tiempo de lectura o de amor, es tiempo robado.
Y el agua murmulla desde el nacimiento que al leer se sueña o al soñar se acaba leyendo los dobleces de nuestras propias verdades.
Y las trampas que el recuerdo trae, con imágenes de lo que ya no somos, los dedos entrelazados para no perder la utopía de una realidad inventada, nacida de los fantasmas que ahuyentamos del pasado, cuando quisimos ser cuanto ahora no somos, vía láctea que muere en el mar, en el mismo ocaso donde el sol de poniente convierte en sangre el agua donde dormita su tiempo ido, ayer de un mañana que resta por calmar, ahora, nuestro llanto de recién nacidos.
Entre amigos, silabeándonos en el hechizo.
Recuperados en la celebración de todas las lunas llenas.
Leo con verdadero placer sus lunes de luna llena, ofrecidos desde su acusada y exquisita sensibilidad. Creo ver en cada entrega un instante de su vida, vívido y laborioso, intenso y emocionado al calor de las palabras que acuden con su silencio y regocijo. No conocía yo el río Borosa. He buscado imágenes y en todas me ha parecido ver, aguas abajo,sus lunes de luna. Es, en verdad hermoso y de prístina belleza su voluntad escrituraria y que por diversos como, por ejemplo, su extensión, el tono desbordante de poético intimismo me recuerdan a Platero. Espero nuevos lunes lleneticos de Juan Ruíz
ResponderEliminarAclaro que donde dice "por diversos" debería decir "por diversos motivos"
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