Te irás. 
Y todo tu tiempo me habrá sido breve. 
Y recorreré tus estancias vacías, buscando tu voz. 
Y trataré de apresar en mis manos el aire que has respirado. 
Los olores que me acercaban a ti. 
Pero tú te habrás ido. 
Y guardaremos en cajas de cartón lo que ha sido tu vida. 
Encartonando todos tus recuerdos.
Y toda tu simetría menuda de rosario y pena. 
Pequeños cuadros de tus seres queridos. 
Pequeños cuadros de cuantas ausencias has ido conservado vivas en fotografías, compañeras de tus soledades todas. 
En un lugar de Galicia, 2011.
Y miraré las paredes vestidas de la nada.
Y abriré los armarios donde aún estará tu ropa, que acercaré a mí para besar todo tu abandono de mi lado. 
Te irás un día, y me quedaré añorando todos los instantes no vividos junto a ti, y te llevarás cuanto de liviano tuvo tu cuerpo frágil. 
Y tu gesto siempre serio, donde tan difícil resultaba sacar una sonrisa.
Y tu mirada llena de interrogantes, plegadas entre las arrugas de tu edad. 
Y todo el tiempo ido me abordará de nuevo, para traerme mis primeros años infantiles. 
Y tú mimo. 
Y tú cuido. 
Todo tu amor de madre privándote de mí. 
Desconociéndonos. 
Y será entonces cuando quiera invertir las agujas del reloj, para juntar tus manos con las mías y sentir su penúltimo calor. 
Y eternizarme en tu mirada, pequeña y honda. 
En tus ojos, huidos en el mismo tiempo desvivido, recorriendo uno a uno los surcos de tu llanto. 
Y acariciarme con tus dedos y con la suavidad de tu piel. 
Y besarte, por todo cuanto no supe besar. 
Y quererte, por todo cuanto no supe querer. 
Será entonces cuando me abrace a la angustia de tu cuerpo. 
Tan callado. 
Cuando caiga el último grano de arena en el reloj y no haya más instantes donde vivir nuestros desencuentros.

Se fue
ResponderEliminarSu tiempo me fue breve.
Recorro las estancias vacías, buscando su voz.
Y guardo en cajas lo que fue su vida.
Y abro los armarios donde aún esta su ropa.
Se fue y añoro todos los instantes no vividos junto a él.
Y su mirada llena de interrogantes.
Y tus últimas lágrimas de despedida.
Y besarte, por todo cuanto no supe besar.
Y quererte, por todo cuanto no supe querer.
Entonces fue cuando me abracé a la angustia de tu cuerpo.
Ya no hay mas instantes donde vivir nuestros desencuentros.
Gracias