miércoles, 28 de diciembre de 2011

Cincuenta y dos lunes de luna llena

Florecen camelias que nacen rosas para tornarse naranjas con los primeros fríos de este invierno, apenas renacido.
Desaparece la luz redonda del cielo, breve paréntesis en la línea oscura del horizonte.
En una palabra capaz cupiera el Universo.
Gracias.
Por haberme abierto el postigo de vuestro corazón durante cincuenta y dos semanas.
Por prestarme acomodo en vuestras soledades.
Gracias por haber enviado vuestro calor en palabras breves, en besos ocultos, en sonrisas cómplices. Gracias a cuantos habéis leído con cariño mis luníadas.
A tantos y tantas que las conserváis para ser leídas en momentos de sosiego. Incluso a quienes no las desdoblasteis.
Gracias por vuestra mirada, detenida en los dobleces de mis fotografías y a cuantos os emocionasteis cuando mirasteis desde su envés.

A todos los que habéis compartido vuestros silencios con la música que acompañó el revoltijo de letras desordenadas.
Por vuestra paciencia.
Por vuestra curiosidad, lunes a lunes.
Por vuestra espera.
Gracias por vuestra presencia, al otro lado del cristal.
Por vuestra ausencia, sonrisa que llega desde el país de la luz.
Gracias por ese camino prestado de la luna, orillándose tras el perfil apenas perceptible del horizonte.
Gracias por estar ahí. Viviremos suspendidos de la nada.

A ti, en mi único punto y aparte.
Por haberme disculpado tantos ensueños diurnos donde me ausenté de tu costado.
Es luna nueva.

1 comentario:

  1. Gracias a ti por tus cincuenta y dos Lunes de Luna Nueva.

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