martes, 22 de noviembre de 2011

Flor de luna

Restos de vida en la montaña, 2011.

Tan sólo eran sombras del pasado.
Malabaristas del tiempo transcurrido sobre fondo verde.
La sangre me está comiendo los dedos, palabreaste apenas los comienzos de tu vida.
Un esbozo pequeño de tu dedo.
Y una gota roja.
Y el horror en tu cara de niña comenzando a verdear la vida con vocablos inventados.
Calor de tu cuerpo breve.
De tu mirada, todo azul sobre círculos redondos de sorpresa.
La sangre que hubiste de vencer para sobrevivirte.
Y tus palabras, floreciendo como adelfas silvestres.
Y tu pelo en guedejas rubias, marco de tu sonrisa siembre abierta.
La sangre me está comiendo los dedos.
Y el miedo al dolor en tu rostro de aprendiz, reflejo de tus adentros.
Creciendo entre paisajes que fueron moldeando una forma de mirar.
De curiosear los derredores.
Pequeños pálpitos de juventud.
De sorprenderte a diario con tu mirada devuelta en el espejo.
Afianzándote en tus vacilaciones adolescentes.
Un puñado de margaritas recogidas hoja a hija.
Y tus curiosidades, preguntas en la montaña con el silencio arrullándonos.
Cansada de caminar.
Y tu irte, todo recuerdo de espaldas.
Un cristal prestándote su veladura.
Y tu ausencia.
Toda. La luz de una ventana dibujando ángulos en el ajedrez del suelo.
La luz de tu carencia en la noche despierta.
Tu luz, oscura tras la partida.
Y tu vida, un soplo que va creciendo hasta convertirse en ventolera de tus días, a veces tan alejados; a veces tan cercanos a los míos.
O a tu misma vida.
Habitando la libertad de tus propios sueños.
Mar de canciones repetidas.
La sangre me está comiendo los dedos.
Y te recupero de cuando en vez, todo recuerdo.
Mirada tierna y sonrisa una.
Sentada en la tolva de tus entretenimientos.
Acompañando tantos lustros desandados.
Apenas un par de días, flor de luna.
Apenas un par de besos, hija.

1 comentario:

  1. Triste y a la vez maravilloso. Como la melodía Flor de luna de Santana.

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